
En un rincón paradisíaco del Caribe mexicano, donde el azul del mar se funde con el horizonte y las olas traen historias desde todos los rincones del planeta, un grupo de nadadores argentinos escribió la suya propia. No fue solo una competencia, ni una hazaña deportiva: fue un acto de fe, de compromiso, de camaradería. Fue un sueño que tomó forma y se hizo realidad en la 20ª edición del Cruce de Cancún, una de las pruebas de aguas abiertas más convocantes del continente.